John Guadalupe Pérez, un joven entusiasta que gustaba del placer de la literatura pensó un buen día cómo se sentiría escribir, había disfrutado tanto de la lectura, pero nunca había incursionado en el mundo de la escritura, gustaba de leer mientras viajaba, en sus ratos libres en el trabajo, incluso en el baño, pero nunca se le había ocurrido la idea de escribir, fue entonces cuando saltó a su mente esa pequeña pero incomoda pregunta; ¿escribir para qué?, Y se preguntó si podría tener alguna repercusión en el curso de la historia el hecho de que él escribiera, y si realmente alguien lo leería.
John Guadalupe pesó que era muy fácil leer e imaginar mundos nuevos con los textos de otros, pero nunca había pensado si podría tener el mismo placer al leer sus propios textos, puesto que lo que los demás escribían era algo ajeno que él tomaba y hacía propio, imaginó que tal vez no sería lo mismo leer algo escrito por él, pensó que eso sería pérdida de tiempo, puesto que lo que él imaginaba con los textos ajenos era mucho más placentero que el solo hecho de pensar en leer algo en lo que él tuviera toda la participación, no podía concebir el solo hecho de pensar que no sería placentero tratar de imaginar un mundo diferente en los textos que él mismo pudiera llegar a realizar.
La vida de John Guadalupe trascurrió sin pena ni gloria, en el anonimato de sus lecturas, siempre atento a imaginar lo que otros había escrito, sobre lo que otros se habían tomado la molestia de escribir, a John le tenía sin cuidado esto, porque disfrutaba sus lecturas sin remordimiento, pero con el miedo de pensar que los escritores de los textos que él leía, no pudieran gozar del mismo placer que él sentía cuando se sentaba a leer. A John nunca le importó que los demás no conocieran su maravillosa imaginación, desarrollada a lo largo de tantas y tantas lecturas, era la mente de John una esponja que absorbía y derramaba imaginación que haría revivir a los muerto de la emoción de leer algunas cuantas líneas escritas por John.
La imaginación es el primer requisito que puede existir para que una persona se siente a escribir, si es bueno o malo, ya no le tocará decirlo al autor, sino a sus lectores y críticos que echen a volar su imaginación al momento de leer lo que las maravillosas líneas escritas quieran decir, pero también siendo concientes que cada mente es diferente, y cada mente echa a volar su imaginación de manera única e irrepetible, John no quiso compartir su imaginación con nadie, pero no pensó en que eso era cobardía y egoísmo.
Es un buen inicio, una clara introducción.
ResponderEliminarY pues el segundo párrafo me parece que repites muchas palabras, a parte de una "n" que te faltó en "pensó".
Hasta el próximo texto pues.
Decididamente me gusta. Por ahí uno que otro acento se escapó, pero espero que en la próxima entrada, nuestro personaje no perezca sin pena ni gloria, por lo menos que le dé pena no? En fin, no dejes d escribir para poderte leer. ok saludos alex
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