miércoles, 7 de julio de 2010

Blade Runner ¿El despertar de un sueño? (completo)

Jesús Alejandro Báez Rodríguez.


BLADE RUNNER



¿EL DESPERTAR DE UN SUEÑO?

Desgarra la nube; el arco iris

Brillando ya en el cielo

Y en un fanal de lluvia

Y el sol el camino envuelto.

Desperté ¿quién enturbia

Los mágicos cristales de mi sueño?

Mi corazón latía atónito y disperso
(A.Machado en "Galerías")


SIGLO XX: ENTRE LOS SUEÑOS Y LAS PESADILLAS

Con la Revolución industrial acaeció el crecimiento urbano, y con ello la creencia de que la Industrialización nos iba a traer felicidad, tecnología y el desarrollo pleno del ser humano, además de la repartición justa de la riqueza, cosa que como bien sabemos nunca se logró del todo, nunca se logró que los países periféricos se incorporaran al mercado internacional en una situación de igualdad porque simplemente el sistema no está hecho o diseñado para ello.

Junto con lo anterior nacieron las grandes utopías, en donde el capitalismo y el liberalismo propusieron el libre mercado, para con ello lograr el supuesto de que la riqueza se repartiría de alguno u otra manera, y también nació su contraparte, el socialismo utópico y el comunismo, que anhelaban una sociedad que no estuviera regida por el dinero, en donde todos fuéramos iguales, pero pasando por un proceso, en donde una de sus fases sería la dictadura del proletariado; ¿acaso no era suficiente ya con el dominio que los unos ejercían sobre los otros dentro del sistema capitalista?

Con los positivistas aun se tenía la visión lineal y ascendente de la historia, que habían heredado de San Agustín, en donde se tenía la certeza de que el futuro siempre nos deparaba cosas mejores que el presente, en donde se creía ciegamente que se podía ser mejor, que no había razones para no creer en ello, que éramos seres predestinados por nuestra propia razón, y por ser poseedores de la razón misma, de llevar a todo el mundo, a partir de la visión occidental y reduccionista, la felicidad, muy al modo occidental y tecnócrata, pero al fin y al cabo felicidad, ese gran anhelo, ese gran sueño que todo mundo piensa que podrá alcanzar en alguna etapa de su existencia.

La I Guerra mundial fue el primer gran revés que sufriría la humanidad en el vertiginoso siglo XX, y quien creyera que esta guerra habría de ser la gran lección del siglo, estaba muy equivocado, aun faltaban cosas mucho más terroríficas que eso. La I Guerra mundial tan solo era el principio de una larga cadena de sucesos que terminaron con lo sueños de una adolescente humanidad que aun creía en sí misma, que creía en que los avances técnicos aun podía acarrear felicidad e igualdad para todos, pero el panorama que le deparaba a esa humanidad era desolador.

Poco después de estallar la I Guerra mundial, en Rusia sucedía algo inaudito; en un país de campesinos, donde existía una ínfima clase proletaria, había estallado una revolución de corte socialista, los anhelos de una sociedad sin clases parecían cristalizarse ante los ojos atónitos de todo el mundo, pero sobre todo, ante los ojos de todos aquellos países utraliberales como EUA e Inglaterra, a quienes comenzaba a llamarse genéricamente imperialistas. El llamado “Socialismo real” parecía estar cristalizando los sueños de formar una sociedad perfecta, pero con nuestra visión de profetas del pasado, podemos decir que muy pocos de estos anhelos se cumplieron, porque al fin y al cabo esos “sueños cristalizados” no eran más que sueños y acciones que estaban realizando un grupo de seres humanos, tan imperfectos y tan perfectibles como cualquier otro grupo humano de cualquier otra época.

Sin saberlo y en el momento menos esperado, la ola socialista que se estaba extendiendo por el mundo a partir de la Revolución rusa sería aplastada por lo que se conoce como los gobiernos totalitarios, aunque bien cabría Rusia dentro de esta clasificación, se hablará aquí de gobiernos totalitarios de corte fascista. Éstos estaban dirigidos por regímenes personalistas y nacionalistas, que aludían al pasado glorioso como forma de identidad para lograr la felicidad del pueblo, mejor dicho de “su pueblo y de su raza”.

Con el desarrollo industrial y el estallamiento de la Segunda gran guerra del siglo, se descubre que no solamente la industria y el “desarrollo” técnico sirven para el beneficio de la humanidad sino también para su perjuicio, las nuevas tecnologías serán utilizadas para la guerra en perjuicio de la humanidad misma, en perjuicio de su creador, la humanidad comienza a desconfiar de las tecnologías, las maquinas no sólo quitan empleos, sino que además los nuevos conocimientos “científicos” también pueden acabar no sólo con los sueños, sino con la humanidad misma, brutal muestra de ello son las bombas arrojadas a la población civil de Hisoshima y Nagasaky.

El saldo de la II guerra mundial significó una gran catástrofe para la humanidad, pues dejó a su paso millones de muertos, y un pesimismo es sí misma como nunca antes, esto pudo verse reflejado tanto en la literatura y filosofía con el existencialismo, en donde el pesimismo y la falta de anhelos son plasmados por Sartre y por Camus de una manera tal, que puede llegar a dañar psicológicamente a un menor si se le leyera antes de dormir algún texto de estos autores, el pesimismo abarca desde el aspecto social, literario, hasta el cultural, la generación de la posguerra, a quien le tocó vivir las atrocidades de manera directa y en carne viva, perderán muchas de sus esperanzas, y muchos de sus sueños se trocarán en pesadillas, pasmosas pesadillas que parecerán no tener fin.

Será hasta la década de 1960´s cuando nuevos anhelos surjan, parecerá que los jóvenes, a quienes por cierto no les tocó vivir las atrocidades de la guerra, resuciten sueños y anhelos que parecían haber quedaron enterrados bajo millones de cuerpos en los campos de batalla y en los campos de concentración. Los jóvenes de esta década creerán en que una sociedad mejor puede ser posible, y que si la generación de sus padres vive en pesimismo eterno, ellos pueden ser el motor que revitalice al mundo entero, no sólo en Europa, sino también en América e incluso en Asia.

En Europa surgirá el movimiento estudiantil más famoso que haya existido en el mundo, más específicamente en Francia. Durante el mes de mayo estalló la furia de los estudiantes inconformes, quienes con una fuerza inaudita lograron el apoyo de miles de trabajadores, quienes paralizaron al país, a una Francia gobernada por De Gaulle, héroe de guerra que sin embargo, a los ojos de los estudiantes, no estaba haciendo bien las cosas. Los estudiantes logran tomar la Sorbona y por varios meses mantienen en estado de sitio la ciudad, armados con adoquines que toman de las calles y refugiados es barricadas logran mantener el control momentáneo de París, pero como en toda buena película europea, el final no es feliz y pierden la que parece la última batalla estudiantil del siglo.

La decepción que trajo consigo la derrota del mayo francés fue muy grande y por todo el mundo surgen rebeldes sin causa, o mejor dicho con causas efímeras o poco trascendentales, aunque otros movimientos que surgen en esta época van a ser de corte pacifista, como los de la música folck, el rock, o el movimiento hippie. Pero no todo parecía perdido, algunos logran mantener sueños y anhelos que verán pasar ante sus ojos como algo que puede ser realizable, como la reivindicación negra en EUA con los Black Panters o Martin Luther.

Para la década de 1980´s el fracaso de muchos de estos movimientos, la pérdida de los sueños que los alimentaban y el desastre ecológico causado por el avance técnico, además de lo vivido en las guerras y las posguerras y lo que parecía el inminente fin del mundo con la amenaza nuclear, terminarán por esfumar esos sueños, porque el fin del mundo se veía mucho más cercano que nunca antes en toda la historia de la humanidad. El mundo estaba dividido entre capitalistas y comunistas, el mundo ya no veía al futuro como la oportunidad de lograr algo mejor, el tiempo ya no es utópico, sino más bien distópico, los anhelos se esfuman con el fin de siglo, y las promesas de bienestar de la modernidad que trajeron consigo los avances técnicos e industriales jamás llegaron, y ahora vivimos en un apocalipsis diario, el mundo se nos revela distópico a cada instante, la humanidad tal vez y de manera momentánea ha enterrado sus sueños como un tesoro que aguarda a ser descubierto.

BLADE RUNNER

Ahora, después de este intento de panorama general, me dispongo a analizar puntualmente la película y la relación que ella tiene con respecto a lo que anteriormente se ha dicho, sea de paso mencionar que lo que se ha tratado en las cuartillas anteriores ha salido de mi ronco pecho, y que ello creo yo, ayudará a un mejor tratamiento de las películas y su relación entre utopía y distopía, modernidad y posmodernidad.

Serge Gruzinski comienza el libro “La guerra de las imágenes” citando a Blade Runner de la siguiente manera:

Los Ángeles, 2019: cielo color naranja, contaminado por lluvias ácidas, perforado por penachos de llamas, suspendido por encima de las pirámides de las grandes “Corporaciones” cuyas enormes moles recuerdan la imagen de los templos precolombinos de Teotihuacán. La imagen está por doquier: sobre los rascacielos, en los aires, detrás de las vitrinas inundadas por la lluvia…Una multitud ruidosa y heterogénea, occidental, hispánica y asiática, pulula por la calles sucias y se lanza por los pasajes, corre entre los detritos, los chorros de vapor y los charcos de agua donde se refleja el cintilar de las imágenes multicolores.

Blade Runner, afirma Gruzinski, es una obra maestra de la ciencia ficción contemporánea , afirmación con la que estoy completamente de acuerdo. Blade Runner es el comienzo del fin imaginario, del fin de la humanidad, sus imágenes oscuras, sin nunca mostrar un horizonte que puede significar un futuro mejor, nos muestran que la humanidad misma cavó su tumba, la gente pudiente puede buscar nuevos horizonte en mundos lejanos, pero ni los humanos que se han quedado en la tierra, ni los replicantes tienen la oportunidad de buscarlos.

Un mundo heterogéneo, sin sueños, sin anhelos se nos muestra ante nuestros ojos en Blade Runner, los replicantes, copias tan exactas de los humanos, que ni los mismos humanos pueden distinguir se vuelven contra sus creadores. La humanidad siempre soñó con tener “robots” tan semejantes a ellos, que cuando logró crearlos, estos se volvieron contra su creador, creador que perdió sus sueños ante tan desoladora realidad, y ante el oscuro devenir que nada bueno podía deparar, después de haber acabado con nuestro mundo, con el hogar que nos vio nacer.

Pero incluso en las sociedades más podridas como la que se nos muestra en Blade Runner, afirma Cioran deben existir sueños porque a la larga, la vida sin utopía es irrespirable, para la multitud al menos: a riesgo de petrificarse, el mundo necesita un delirio renovado. , porque aun en las sociedades más distópicas, debe existir una chispa de sueños que logren dar vida a la humanidad que terminó con su vida misma.

También algo parecido concibe Magris, pues nos dice que la humanidad vive de utopías y distopías, como si se tratase de un ciclo vital, de morir y renacer, y que aun hoy que parece que las tiniebla nos envuelven puede existir un anhelo de poder ser mejores:

Es realmente delictivo olvidar las atrocidades del siglo de Auschwitz, pero tampoco es lícito pasar por alto las atrocidades cometidas en los siglos anteriores sin que la conciencia colectiva cayera en la cuenta y le remordieran. Creer confiadamente en el progreso, como los positivistas del siglo XIX, es hoy ridículo, poro igualmente obtusas son la idealización nostálgica del pasado, y grandilocuente énfasis catastrófica. Las nieblas del futuro que se cierne exigen una mirada que, en su inevitable miopía, se vuelve menos miope gracias a la humildad y a la autoironía.

Aunque por otro lado, también habría que tomar en cuenta que si bien es cierto que en otras épocas y en otros tiempos se han cometido atrocidades y crímenes de la humanidad hacia la misma humanidad, también es cierto que nunca antes las comunicaciones y los avances tecnológicos habían puesto a la humanidad entera tan al borde de la extinción, en cualquier momento pudiera culminar la macabra obra de morir bajo nuestro mismo yugo, y tal vez en el momento menos pensado de manera inesperada.

Pero no por ello los anhelos deben dejar de lado la capacidad de soñar y de anhelar. Benjamin, a quien le tocó vivir en carne propia la II Guerra mundial, dice que debemos esforzarnos por alcanzar la felicidad, el anhelo supremo de todo ser humano, pues en cada época en preciso hacer nuevamente el intento de arrancar la tradición de manos del conformismo que está siempre a punto de someterla

Buena lección la que da Benjamin, pues si bien es cierto que la humanidad ha perdido las ganas y la visión de que un mundo mejor puede ser posible debido a que la modernidad ha fracasado en la mayoría de sus promesas, incluso en el plano político, en donde la democracia era la principal propuesta, también es cierto que no debemos abandonarnos al conformismo, no debemos dejar que el conformismo nos devore, porque aun en la época más oscura de la humanidad, no hay un instante que no traiga consigo su oportunidad revolucionaria

Pero el principal fracaso de la modernidad y del progreso es que se nos develó ante los ojos como imparable y uniforme como un avanzar sin retroceso, camino a la perfección, en donde el tiempo lineal y ascendente debería traer por igual la felicidad y el bienestar a toda la humanidad, Benjamin dice que la idea de progreso del género humano, en la historia es inseparable de la representación de su movimiento como un avanzar por un tiempo homogéneo y vacío

Blade Runner, vino a romper con esta visión, debido a que nos presenta la visión del contexto en el que fue realizada, pues durante los ochentas del siglo pasado, habían sucedido tantas cosas atroces, que el futuro ya no se veía que pudiera traernos cosas mejores, y la visión del tiempo lineal y ascendente por mera inercia comienza a romperse, Blade Runner rompe de alguna manera con el paradigma de que la humanidad está en constante progreso ascendente e imparable.

Los distintos autores mencionan que la humanidad debe vivir tanto de utopía como de distopía, de anhelos como de fracasos, de sueños de perfección como de conformismos, porque a pesar de que la historia del ser humana está plagada de sueños, también es cierto que estos sueños poco o nada han podido cumplirse en el plano real. Los historiadores incluso miramos al pasado como profetas que pueden ver lo que sucederá, y sin embargo, cuando volteamos hacia el frente, no podemos más que ver que lo que se ha soñado se ha quedado en sueños efímeros.

Magris dice que el final y el principio del milenio necesitan utopía unida al desencanto. El destino de cada hombre, y de la misma Historia, se parece al de Moisés, que no alcanzó la Tierra prometida, pero que no dejó de caminar en dirección a ella . Es decir, que por más que las promesas se queden sólo en promesas, no debemos dejar que ello nos haga sucumbir ante nuestra realidad, debemos mantener ese espíritu de búsqueda más que nunca, porque si no estaremos condenándonos a morir, pero morir ni siquiera en el intento.

Al descubrir que los sueños de la humanidad se han quedado en sueños, no puedo más que sentirme un replicante al que le han implantado una memoria, que bien pudiera ser la de alguien más, entonces mis sueños, mis anhelos, mi porvenir, no son más que ingeniería técnica, sueños implantado que nada tienen que ver con mi cuerpo, pero al sumergirme en Blade Runner no hago más que descubrir que mi realidad, el aquí y el ahora no es tan diferente de como se muestra en la película, soy un replicante más de carne y hueso, mi memoria, tal vez sea la de mis padres o mis abuelos, o de la humanidad entera, que mis pensamientos son dominados por tecnócratas que no conozco, mis sueños y mis anhelos me son transferidos cual cuenta bancaria, por medio de los medios masivos de comunicación, de las redes sociales, e incluso de las lectura, y me descubro un replicante y cada vez más creo que Blade Runner no es ciencia ficción.

Hoy buscarás en vano

A tu dolor consuelo

Lleváronse tus hadas el lino de tus sueños

Está la frente muda,

Y está marchito el huerto.

Hoy sólo quedan lágrimas

Para llorar. No hay que llorar; ¡Silencio!
(A. Machado en "Galerías")
Referencias:

Magris, Claudio Utopía y desencanto, Barcelona, Anagrama, 2001

Cioran E. M. Historia y utopía, México, Marginales Tus Quets editores, 2003.

Benjamis, Walter, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, México, Contrahistorias, 2005

Gruzinski, Serge, La guerra de las imágenes, de Cristóbal Colón a Blade Runner (1492-1019), México, FCE, 2006.

 Blade Runner – Dir: Ridley Scott – USA – 1982 – 117 min.

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